El 8 m llega en plena pandemia, resuenan aún los ecos de aquellas voces –interesadas- que afirman la innecesariedad de manifestarnos este día, achacándolo a la pandemia y al –interesado- argumentario construido y repetido hasta la saciedad de la culpabilización a las manifestaciones del pasado año en la semana previa a la declaración del estado de alarma. Frente a estas voces, queremos mostrar algunos testimonios que nos han llegado. Se trata de testimonios de varias mujeres, a algunos de ellos les hemos quitado algún dato o suprimido una parte de la historia para respetar su anonimato, en cualquier caso, por desgracia, muchas de vosotras os vais a ver identificadas. Por todas esas mujeres y por todas a las que aun no hemos oído, por ellas es necesario el 8 m, este año también y los años que hagan falta, para visibilizar las situaciones que sufrimos por ser mujeres, para denunciarlas, para erradicarlas:
Testimonio 1:
Soy mujer y abogada. Cuando me incorporé a la abogacía, decidí contratar con un sistema de previsión social privado la cobertura de mis riesgos profesionales, al ser por entonces más caro el sistema público. Este sistema privado decidió suprimirme la cobertura de incapacidad profesional, lo recurrí administrativamente, pero la resolución fue la misma. Esto hizo que cuando tuve a mi hijo, me quedase absolutamente desprotegida. No tuve ninguna prestación por maternidad, mucho menos por lactancia, tuve que continuar contestando demandas, escritos, acudir a vistas… sin ninguna opción por parte de las instituciones para proporcionarme un descanso por maternidad.
Testimonio 2:
Soy mujer. Soy muy joven. Nací y me crié en Marruecos. Mi vida cambió cuando perdí a mis padres por una difícil enfermedad, me quedé sin dinero porque lo utilizamos para pagar los tratamientos médicos. Intenté buscar trabajo, pero mi poca experiencia vital hizo que confiara en personas que me utilizaron, a base de golpes y drogas, doblegaron mi voluntad, usaron mi cuerpo. Huí de esa red y vine a España, he intentado trabajar, pero no tengo papeles, soy irregular, no me atrevo a denunciar lo que viví ante la policía. Tengo mucho miedo.
Testimonio 3:
Soy mujer. Nací en España. Soy mayor, tengo la edad para jubilarme, pero me faltan cotizaciones. Me incorporé al mercado laboral muy tarde, después de que mi tercer hijo comenzase en el colegio, además en la empresa donde trabajo como limpiadora siempre me ha contratado de forma temporal (he tenido muchos contratos, la empresa me iba contratando y despidiendo en función de lo que necesitaba). Los contratos ponían que eran por tiempo parcial, pero realmente yo hacía jornadas completas. Nunca he protestado porque necesitaba el dinero, pero estoy muy mayor y ya no tengo las mismas fuerzas.
Testimonio 4:
Soy mujer. Soy joven. Soy gitana. Tuve a mi hija con 17 años. Mi pareja no me trata bien, me pega, siempre he intentado que mi pequeña no lo vea, pero él lo hace. Ha habido muchos días en que no podía llevar a mi niña al colegio a causa de los golpes, de las peleas…En el colegio han dicho que la niña falta mucho a clase y los servicios sociales me la han quitado. No me dejan verla. No sé dónde ni con quién está, no sé si está bien, no sé si llora pensando que su mamá la ha abandonado.
Testimonio 5:
Soy mujer. Nací en Nigeria. Mi familia no tiene dinero, somos muy pobres. Tengo una hija. Me vine a España sin ella. Después de un difícil viaje en que sufrí todo tipo de penurias, hambre y abusos, terminé trabajando y viviendo en España. No gano mucho dinero, pero estoy ahorrando y arreglando mis papeles para traer a mi hija. He tenido una pareja aquí en España, pero me humillaba y pegaba. He convivido con él durante el confinamiento. Un día, cuando pudimos volver a salir a la calle, le denuncié, pero ha salido absuelto. No me han creído.
Testimonio 6:
Soy mujer. Soy marroquí. Desde hace años me vienen contratando en origen para la campaña de la fresa, hago la campaña y vuelvo a mi país con mis tres hijos. La empresa que me contrata tiene la obligación de darnos alojamiento. El alojamiento donde estamos está en una finca alejada del núcleo urbano. Creo que antes era un establo de animales. Ahí nos agolpan a todas, nos dividen por nacionalidades. En la finca hay un hombre que nos controla, si nos ponemos enfermas, se lo decimos a él, si necesitamos algo, también. Yo intento evitar cruzarme con él porque a muchas de mis compañeras las acosa, las persigue para tener sexo con él, a alguna la amenaza con hacerle daño, por eso es mejor que no me conozca. No podemos decírselo al señor de la empresa, no sabemos hablar español. Tampoco podemos salir de la finca, no conocemos el lugar, aquí no llega el transporte público, si queremos salir de la finca, tenemos que decírselo al acosador y también decirle dónde queremos ir.
Testimonio 7:
Soy mujer. Soy joven. Después de acabar un máster profesional me he incorporado a una firma española. Estoy muy contenta. Cuando firmé el contrato, me dijeron que no hay convenio colectivo aplicable y me enseñaron un plan de empresa. Me explicaron que, según este plan, se promociona internamente año a año, por eso el primer año se cobran apenas mil euros. Llevo trabajando aquí dos años, dedico mucho tiempo y esfuerzo a mi trabajo. Hoy he sabido que otro compañero mío de otro departamento que entró el mismo mes que yo cobra más, bastante más. No comprendo por qué, me dijeron que el plan se aplica a todos.
Desde Abogadas SCA trabajamos con testimonios como éstos a diario, utilizamos todas las herramientas –jurídicas- a nuestro alcance para combatirlas, pero para erradicar estas situaciones es necesario un cambio por parte del sistema y la sociedad, por eso y por mucho más, apoyamos y secundamos la huelga.